jueves, 6 de enero de 2011

Cádiz.

Está amaneciendo. Es verano. La bruma todavía cubre la superficie del mar con un leve manto que se difumina conforme el día avanza. Se oye el graznar de las gaviotas, el chocar de los cables de los veleros contra el mástil de la mayor al enredarse en ellos el suave viento, que juega a esconderse en los huecos de las rocas y a recorrer el castillo, ya viejo y casi en ruinas, que resiste aún en envite de las olas desde su lugar privilegiado en mitad de las aguas, el mismo castillo que vigila el paso de los barcos desde hace más de dos mil años.

Miro hacia la playa. En el búnker se cuelan los granos de arena, lo sepultan, lo esconden intentando sumirlo en el olvido, como si trataran de borrar el pasado, tan doloroso como triunfal, ese pasado que habla de tantas batallas en que el enemigo fue derrotado, en que sus barcos fueron hundidos frente a estas costas, engullidos por este océano, el mismo que ha visto navegar sobre sus aguas a fenicios, griegos, cartagineses, romanos, musulmanes.... y que también ha visto zozobrar y hundirse sus navíos sin hacer distinción entre unos y otros.

El sonido de las olas al chocar contra el casco del barco me adormece y siento el sol rozándome la piel, haciéndome entrar en calor; la brisa acaricia mi pelo, roza mis labios que aún conservan el sabor a sal del último baño. Cierro los ojos y me dejo llevar. El mar acuna mi sueño, mis reflexiones, y mis pensamientos vuelan. Respiro ese olor a mar, a salitre y humedad, el olor que plaga los recuerdos de mi niñez más temprana y hace aflorar esos momentos que se escondían en lo más profundo de mi memoria, que se empapa en imágenes de veranos que creía olvidados, y por fin lo comprendo.

Si realmente existe un Cielo, lo estoy rozando con la punta de los dedos.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Down. Deep.

Si te quieren, que te quieran. Si te odian, pues que te odien. Te es lo mismo. Tu indiferencia es lo máximo que vas a dar a esos que te desprecian. A todos los que te miran por encima del hombro, sostén su mirada, desafíalos hasta que la bajen. Hazles sentir tu asco, tu odio hacia ellos. Que sientan el desprecio que despiertan en ti. Créete el rey del mundo, y nadie será capaz de destronarte. Busca a los que son como tú. Destroza a esos que se pongan en tu camino como un obstáculo. Son sólo piezas inútiles en tu vida. Y a los que se peguen a ti como si fueras un salvavidas, esos que se humillan al extremo por recibir una mirada de aprobación, que son como un perro faldero, utilízalos. No tengas escrúpulos. Son piezas. Sólo piezas.

Y por último, cuida tus sentimientos. Que no los muestres no significa que no los tengas. Ignóralos. No te apegues a nadie. No dejes que nadie penetre tu coraza. Porque en el momento en el que lo hagas, será tu perdición. Se vendrá todo abajo. Tu universo de frialdad caerá al mismo tiempo que tú a sus pies. Y entonces estarás roto en mil pedazos.

No dejes que eso suceda.

No pienses. Actúa.

Hace mucho que no te paras a pensar. Lo sabes. Porque tienes miedo. Miedo de que vuelvas a caer en tu mismo error de siempre. Resulta mucho más fácil no pensar, sólo dejarse llevar por la situación. Que si te dicen algo, contestes lo que se espera de ti; que si te insinuan algo, respondas a esa insinuación de la misma manera. Porque sí. Porque lo que antes te suponía un problema, lo que suponía que bajaras la cabeza y te avergonzaras, esos escrúpulos que te habían inculcado ahora han dejado de estar ahí. No es que los hayas perdido. Es simplemente que ya no están. Y todo por pararte a pensar.

Por eso ahora respiras otro aire. Las cosas no tienen el sentido que tenían antes. Y te gusta. Y lo disfrutas. No quiere decir que por ello seas más feliz, pero no importa. Has llegado a la conclusión de que la felicidad no existe, así que vas a dejar de buscarla. Has decidido dejarte llevar. Disfruta de ello mientras puedas, porque nadie te ha prometido que, lo que antes te limitaba no vaya a volver. Pero prefieres vivir sin pensar en ello. No pienses. Sólo actúa

Life is life...

Hay días en los que de pronto cambian las cosas.
Se enciende una luz, y de pronto lo ves todo más claro.
Ves a esas personas, tantas a lo largo de tu vida.
Tantas que te han puteado y tantas que han sido un hombro donde llorar, tantas que han supuesto un antes y un después en tu vida, tantas que no han significado nada...
Y comprendes.
Comprendes que todo pasa, que nada es tan importante como la gente que viene y va, porque nunca sabes si ese extraño que se te ha cruzado en la calle será algún día alguien importante para ti, tanto como para volver del revés tu universo, tanto como para cambiar tu manera de ver las cosas, tanto como para conocer el odio, o como para hacerte recordar lo que es el amor aunque ya lo tenías todo por perdido.
Y entonces entiendes la importancia de estar con los que te importan, de demostrarles lo que les quieres, porque son ellos los que hacen lo mismo contigo.
Y tal vez, sólo tal vez, algún día te acordaras de esa persona, en ese sitio, en ese momento...
Que te hizo pensar.
Que te hizo sentir.
Que te hizo ser como finalmente eres.
Y entonces piensas que si no hubiera sido por esa persona, no estarías donde estás.
Y piensas en agradecerselo, pero luego no lo haces.
Por vergüenza.
Por miedo.
Miedo a no reconocer lo mismo en el otro.
Miedo a que banalice algo que para tí es tan importante.
Miedo a que te hagan daño.
Y te vuelves a encerrar en tí mismo.
Al fin y al cabo, no importa.
Lo único que nunca nos falla es nosotros mismos.

Walking...

Paseas por las calles de esa ciudad, y te detienes a pensar. Ves a la gente pasando a tu alrededor, tan ocupada en pensar en sí mismas que no son capaces de apreciar la belleza que les rodea. Y es que en las ciudades, aunque cueste encontrarla, también se esconde esa sensación de felicidad completa, de tranquilidad. El problema es que si caminas deprisa no la encuentras. Así que echas a andar otra vez, pero de manera diferente. Esta vez no tienes prisa por llegar a tu destino, esta vez te pararás en cada momento en el que veas algo que te llene, en cada soplo de brisa que te revuelva el pelo, que te haga sentir que estás VIVO. No tienes más preocupaciones que encontrar ese trocito de ti que se perdió en alguno de tus paseos en los que tan deprisa ibas para alcanzar tu meta. Y es que por fin has comprendido que lo que importa no es vivirlo todo, sino vivir cada momento como si fuera el último, el único.

Wolves.

Un viejo cherokee estaba hablándole a sus nietos sobre la vida.

Les dijo "Hay una batalla teniendo lugar en mi interior... es una pelea terrible entre dos lobos. Un lobo representa el miedo, la ira, la envidia, la pena, el arrepentimiento, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad y el ego.
El otro lobo es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, el compartir, la serenidad, la humildad, la amabilidad, la benevolencia, la amistad, la generosidad, la verdad y la fe."

Miró a los niños y les dijo: "Esa misma lucha está teniendo lugar en vuestro interior y en el de cualquier persona que viva."

Los niños se quedaron pensando un momento y uno de los nietos le preguntó al abuelo "¿Y cual de los dos lobos ganará?"

Y el anciano cherokee respondió: "Ganará el lobo al que más alimentes."

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cierra los ojos, dime qué ves.

Ya irás saliendo de donde estés.